"La muchacha de las bragas de oro" de Juan Marsé
"La muchacha de las bragas de oro" de Juan Marsé |
AUTOR
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SINOPSIS
Luys Fores, viejo escritor falangista, viudo y con un prestigio
literario ya reducido a casi nada, se dedica a escribir sus memorias,
en las que retoca incesantemente su pasado para convertir hechos
vulgares, desagradables o incómodos en lo que parece más novelesco,
poético u oportuno en la situación actual; a su lado, su sobrina
Mariana, la muchacha de las bragas de oro, que da título
irónicamente balzaquiano a la novela, le acosa con una voz
desgarrada y cínica que combate las fabulaciones mentirosas del
escritor. Pero en este juego de rehacer interesadamente la verdad de
su pasado va a darse una cascada de sorpresas que proporcionarán un
final inesperado al libro. El relato, que empieza como una sátira
política, contraponiendo la “chatarra retórica” de Forest a la
corrosiva franqueza de Mariana, va adentrándose poco a poco en zonas
cada vez más profundas que añaden una insólita dimensión a la
novela. La sátira acaba en una fantasmagorica ambigua y misteriosa,
entre Borges y Henry James, que convierte esta obra de Marsé en la
más ambiciosa de todas las suyas. Partiendo de una serie de
situaciones y personajes característicos en su producción. “La
muchacha de las bragas de oro” va mucho más lejos, enriqueciendo
sus perspectivas y dándonos el más completo y maduro de sus libros.
CONCLUSIÓN
Lo reconozco: si leí en su día “La muchacha de las bragas de oro”
fue por culpa de su sugerente título. Me apetecía mucho cambiar de
registro y leer algo que fuera más atrevido de lo que suelo elegir
normalmente como lectura. Era la primera vez que leía algo de Juan Marsé, y la verdad es que no me he vuelto a animar desde entonces.
Lo primero que llamó mi atención el personaje de Luys Forest. Es un
hombre cuyo objetivo, avanzado ya el otoño de su vida, es redimirse
del compromiso que adquirió en otra época con el régimen
franquista. Escribiendo sus memorias pretende lavar su imagen y su
conciencia, optando por reescribir su historia conforme a los nuevos
vientos que soplan. Se pone encima una chaqueta política que está
más de moda, menos roída por las polillas.
Quizá con ello Juan Marsé quiso homenajear a todos los Luys Forest
que aparecieron tras la muerte de Franco. No es casual que esta
novela se publicara (y además, avanzada por la editorial Planeta con
su premio más famoso) cuando el cadáver del dictador estaba aún
tibio y la democracia, a punto de dar a luz.
La labor ocupa todo el tiempo del jubilado. Tan sólo se ve
interrumpida por los paseos que da con el perro por la playa. Sin
embargo todo cambia con la llegada de Mariana, su rebelde sobrina: la
muchacha de las bragas de oro. Mariana es un personajes que, a pese a
ser inteligente y mordaz, no me llegó nunca a convencer. Es una niña
mimada y consentida que ha agotado la paciencia de su madre, y que
por ello es enviada con el tío Lluys, con la intención de que el
cambio de aires le baje un poco los humos.
Muchos lectores piensan que el personaje de Mariana está
excesivamente erotizado. Puede que tengan razón, pero
particularmente disfruté con las travesuras de la joven y me encantó
la forma en que juega con Luys Forest. El pobre jubilado parece un
ovillo de lana de un gatito precioso que parece inocente pero
traicionero, que en cuanto se le antoja, saca las uñas.
“La muchacha de las bragas de oro” es una novela en la que el
autor, Juan Marsé, juega al despiste con sus personajes y también
con el lector. Qué es real y qué es mentira, qué ocultan y qué
desean mostrar tío y sobrina. Los hechos acontecidos en el pasado
resucitan para trastocar el presente. Pero surge algo más: tanto
Mariana como Luys Fores luchan por ser el dios del universo que
comparten. Ambos desean contruir una realidad paralela en la que
poder tener todo el control. Sin embargo, los límites comienzan a
desdibujarse y distinguir entre lo real y lo ficticio comienza a
tornarse cada vez más difícil. Su distorsionada realidad se apodera
de sus vidad.
El lector también participa en este juego incoscientemente, quiera o
no. Hay momentos en los que es imposible distinguir entre las
verdades a medias y las mentiras encubiertas y uno acaba perdido sin
remedio.
Esta novela me decepcionó. A pesar de que Juan Marsé escribe muy,
muy bien, y a pesar de que disfruté del uso de las metáforas que
salpican su prosa, de su rico vocabulario y de pasajes estelares en
los que mostraba su habilidad con las letras y su ingenio, creo que
su tan característica escritura es un impedimento para que llegue a
todo el mundo. Tiene mucha personalidad escribiendo, es muy
meticuloso en los detalles más mimios y adjetiva muchísimo. Uno de
los rasgos que acusé fue, por ejemplo, la extensión de ciertos
párrafos excesivamente largos llegando a superar los cincuenta
renglones. Tampoco me convencieron los diálogos y hubo veces en que
mantener los ojos entre sus páginas se me hizo tarea casi imposible.
La estructura de su novela me resultó un poco caótica, sin llegar a
ser compleja. Esto no contribuyó a que mejorara mi valoración de la
misma, ni mucho menos. No pude evitar perderme entre tantas mentiras,
medias verdades y verdades matizadas.
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