"Yo, el rey" de Juan Antonio Vallejo-Nájera

"Yo, el rey" de Juan Antonio Vallejo-Nájera
"Yo, el rey" de Juan Antonio Vallejo-Nájera
Juan Antonio Vallejo-Nágera, “Yo, el rey”, Ed. Planeta, 1985

AUTOR


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SINOPSIS


En el año 1808 José Bonaparte está en Bayona, llamado por su hermano Napoleón, quien le ha hecho renunciar al reino de Nápoles para ocupar el trono de España. En Bayona conversa con el emperador, se entera de las intrigas de la familia real española y se dispone a ser buen rey para aquel país desconocido para él. Mientras van llegando noticias alarmantes, las atrocidades que ha cometido Murat en Madrid, las partidas de guerrilleros en toda la península, y cuando el nuevo monarca entre en Madrid, comprenderá que a pesar de sus buenas intenciones todo lo que haga va a ser inútil. Con un material histórico interesantísimo, Vallejo-Nágera, después de documentarse de un modo muy completo, ha escrito una novela llena de verdad humana en la que los personajes de la historia, empezando por el propio José I, tan calumniado y tan mal conocido entre nosotros, adquieren una nueva vida gracias al arte de un extraordinario escritor. “Yo, el rey” es la novela ganadora del Premio Planeta 1985.

CONCLUSIÓN


Me pensaba que me aburriría, pero me ha gustado. El final es un poco brusco, porque esperas más, pero para eso escribió “Yo, el intruso”, novela que me gustaría leer.

El Dr. Vallejo-Nájera espero que fuese mejor psiquiatra que lo fue como escritor. El libro es una crónica absolutamente espantosa basada en cartas que escribió Pepe Botella a su hermano Napoleón. A medida que una va hacia atrás en estos premios se ve la mano de alguien que le interesaba que el dichoso premio se le llevara quien el Sr. Lara deseara. En fin, malo de solemnidad. Pésima prosa. Inconexiones históricas. Muy malo.

He aquí el premio Planeta de 1985. Estaba convencido de que este galardón había ido perdiendo fuelle y altura con los años, hasta convertirse en lo que es hoy: una mera excusa de contracubierta como “anunciado en TV” o “descuento del 15%”. Pensaba que bastaría con retroceder un par de décadas para encontrar jurados intachables que premiaran obras maestras. Bueno, pues he empezado a dudar de mi cuento de hadas. Habrá buenas novelas, no lo niego: si 50 años de paripé no dan para un par de buenas novelas, es para pegarse un tiro. Pero ésta, en fin, no es una de ellas. Cuenta la historia de José I, hermano de Napoleón que reinó oficialmente en España desde 1808 a 1813. O más bien el comienzo de su historia: desde que aceptó la corona en Bayona de manos del Emperador hasta que llegó a Madrid. Al parecer, el resto se narra en una continuación titulada “Yo, el intruso”.

El autor desaprovecha una materia que es novelesca por méritos propios. Los meses de mayo a julio de 1808 son de los más intensos en la historia de España. Gran parte de la novela transcurre en Bayona, hasta donde se trasladó la familia real española al completo para someterse al arbitraje de Napoleón. Vallejo-Nájera describe con todo lujo las veladas de la corte imperial y las interminables jornadas de trabajo de los Bonaparte y sus mariscales. Comenta por encima, es cierto, la situación de Carlos IV y Fernando VII, pero desaprovecha lo principal: los príncipes de una antigua dinastía se rebajan hasta el polvo para mendigar de un plebeyo extranjero los derechos a su propio trono. Si a esto sumamos el odio recíproco entre padres e hijos y el triángulo amoroso entre Carlos IV, la reina y Godoy obtenemos un cuadro cómico insuperable. Los siniestros acontecimientos que comienzan a sucederse entonces en España, al inicio de la insurrección popular contra los franceses, darían pie de sobra para la tragedia.

Pero Vallejo-Nágera parece que no quiere caer ni en lo trágico ni en lo burlesco. A cambio, se queda en una de esas biografías que vendían hace tiempo en cuadernitos ilustrados a todo color. Grandiosidad como de cromos y poco personaje de verdad. A este paso en falso colabora, y mucho, la elección del punto de vista, ya que toda la novela está escrita en forma de diario del propio José Bonaparte. Al parecer, el autor investigó a fondo la correspondencia del rey, y está claro que no cabe esperar de tal fuente más que una imagen heroica y romántica. La responsabilidad del novelista tendría que haberle obligado a corregir el tono engolado y la visión cesárea de la situación, y no haberlo hecho (o no haberlo sabido hacer) es su peor falta.

Dicho esto, añadiré que a mí me encantaban esas hagografías a todo color. Por eso he seguido leyendo, mordiendo el cebo de las paradas militares y las recepciones con mucho candelabro y mucho viva el rey. El autor, en cambio, da la sensación de sentirse incómodo con esta solemnidad de opereta (que se encuentra con más abundancia y calidad en muchos otros libros) y por eso añade aquí y allá un par de melancólicas meditaciones de José I sobre lo poco que le quiere su hermano pequeño. Este parche psicológico no hace sino empeorarlo todo: ¿es eso lo que merece la pena narrar en pleno estallido de la guerra de independencia? Es una pregunta retórica.

Escrito en primera persona por José Bonaparte, nombrado Rey de España por Napoleón porque el hermano Lucien no quiso del cargo en condiciones que José llevaba dos años como Rey de Napolés con bastante éxito por sus bonanza dulce. Napoleón lo obliga a aceptar el trono de España destituyendo al rey Carlos IV y a su hijo, el principe Fernando.

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