"Sombra del paraíso" de Vicente Aleixandre
"Sombra del paraíso" de Vicente Aleixandre |
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SINOPSIS
Coincide la crítica en ver Sombra del paraíso como un libro de gran belleza, tendente a reflejar un mundo soñado que ansía lo puro y elemental, evocando a través de los recuerdos infantiles una suerte del alba del universo. Mágico edén donde el poeta vivió ahora “recuerda sin saberlo”, dijo de él su propio autor en una muy usada carta a su amigo y crítico Damaso Alonso. Perturbador de tan radiante sueño, el hombre, que debería ser armónico elemento, deviene mancha impura. Y el amor pasa idealizando la belleza sensual, entre seres desnudos que gozaron la irreal ventura, dejando triste espuma como estela de la gloria perdda.
CONCLUSIÓN
Conveniencias críticas han hecho frecuente la acotación de dos grandes zonas o épocas en la obra de nuestro poeta. Soslayando el libro inicial, Ámbito, quizá más de la cuenta, inclúyense en la primera los publicados hasta 1953, e instálanse en la segunda los sucesivos. Atribúyese a aquéllos la visión cósmica y confiérese a éstos la visión humana. Céntrase la protagonización de una en la naturaleza misma y de la otra en el vivir humano.
Una relectura de la obra completa puede convencer del exceso de simplicidad en el distingo, y de la precisión de matizar más las diferencias, deteniéndose a la vez en las afinidades. Errará quien, confiando demasiado en la doctomía, suponga una escisión tajante. El mundo poético aleixandrino, vasto y profundo – como de gran poeta -, se desarrolla coherentemente y sus varios aspectos, lejos de contradecirse, se complementan e imbrican. Buen poeta y gran poeta no son, en rigor, grados de una escala de calidad, sino cosas distintas. El buen poeta puede mostrar, aisladamente, piezas de tanta calidad, acaso, como otras del gran poeta, pero carece de un mundo poético trabado, donde se registre una comprensión total y propia de la vida. Es sólo el gran poeta quien crea un mundo así, completado armónicamente por su obra total, ninguna de cuyas piezas flota exenta, sino coeficientes todas a la progresión del orbe propio.
“Si un pensamiento central implícito existe en la obra del poeta – ha escrito el mismo Aleixandre -acaso sea el de la unidad del mundo. Mundo que bajo las formas diversas con que se nos aparece a los ojos, está reducido a una substancia única que el poeta llama amor.” Útil será que agreguemos en seguida esta definición que nos ha dado de amor: “un intento de comunicación con lo absoluto”. Y, en un poema de Sombra del paraíso, esta otra: “cósmico afán del hombre”.
Con estas declaraciones por delante, cabe decir, que el mundo poético aleixandrino está proyectado, sin posible distinción de épocas, bajo especie amorosa, y es el universo en su totalidad: los astros, la naturaleza, las fuerzas telúricas, la elementalidad de los seres vivos y, por supuesto, el hombre, lo que se hace visible a través de este prisma. Por una parte, todo será una “comunión con lo absoluto”, una integración, merced a esa fuerza avasalladora y totalizadora. De otra parte, el hombre se fundirá con (con-fundirá) todo, en su anhelo vehemente de aprehender el milagro del cosmos.
Tal vez se advierte que para interpretar la obra completa de Aleixandre – sus dos pretendidas zonas – tomo un texto de 1951, esto es: de la llamada primera época, pero la verdad es que cuando se escribió ese texto, el libro (Historia del corazón) que marca la supuesta segunda época llevaba escribiéndose seis años de los ocho que en su creación se invirtieron (1945-1953), y se había concluido una veintena de sus poemas, esto es: el cuarenta por ciento de la obra. Además, es obvio que la declaración cuadra pefectamente con la visión solidaria y la concepción de unidad de la materia que hallaremos en la otra pieza importante de la llamada segunda época (En un vasto dominio).
Es posible interpretar desde la poesía de Aleixandre que, en el universo, se debaten la cohesión o fuerza amorosa, y un elemento destructivo. La síntesis acaso sea la conciencia humana de ese amor y de esa muerte. De ahí que la creación poética aleixandrina pase de las fuerzas ocultas y caóticas (Pasión de la tierra) a las apasionadamente eróticas (La destrucción o el amor), a la naturaleza pura (Sombra del paraíso), a la tierra como madre unitiva (Nacimiento último) y a la peripecia humana (Historia del corazón).
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